A esta finca se le conocía como Hacienda de Casas Blancas, y su primer dueño fue don José Martínez, algunos autores aseguran que una parte de sus terrenos fueron vendidos al ayuntamiento para construir La Alameda Hidalgo. Sus terrenos abarcaban hasta el Cimatario en la parte sur, mientras que por el oriente colindaba con la Hacienda de Callejas, al norte con el camino a El Pueblito y al poniente con el Camino a Huimilpan y la Hacienda de El Jacal Grande. Ya en la época de la independencia, perteneció al coronel Pedro de Acevedo y fue escenario de por lo menos un par de acontecimientos históricos. El primero de ellos ocurrió el 7 de junio de 1821, cuando en el lindero de dicha hacienda con el Camino Real a Huimilpan, en las inmediaciones del sitio llamado “El Picacho”, la escolta de Agustín de Iturbide que se dirigía a San Juan del Río, se aproximó temerariamente para hacer un reconocimiento de los terrenos, para planear un eventual ataque sobre la capital queretana, pero fueron descubiertos por las tropas del rey, y el brigadier Domingo Estanislao Luaces envió un contingente armado para aprehender al líder de la independencia. Pese a estar en desventaja numérica (según las fuentes trigarantes), la victoria favoreció al bando independentista y por esta razón, a este acontecimiento se le conoce con el hiperbólico nombre de “Treinta contra cuatrocientos”, o la batalla de Arroyo Hondo. El segundo evento ocurrió a partir del 18 de junio del mismo año, cuando comenzaron a arribar fuertes contingentes de tropas independentistas y la Hacienda de Casa Blanca se convirtió en cuartel de las tropas trigarantes que acudieron a sitiar la ciudad de Querétaro. El coronel Luis Quintanar se estableció en este sitio e inició el cerco para evitar la llegada de refuerzos para los realistas. Sin mucha resistencia, consiguió posiciones ventajosas, penetrando hasta la segunda línea de defensa de la ciudad, llegando hasta la Real Fábrica de Tabacos y tomando las calles cercanas al templo de San Felipe Neri (actual catedral de Querétaro). Las deserciones del bando realista eran numerosas y Luaces determinó concentrar a sus disminuidas tropas en el Templo de la Santa Cruz, al tiempo que envió una desesperada carta al virrey Conde del Venadito, solicitando refuerzos para defender la plaza. En ese momento, Luaces contaba con apenas seiscientos cincuenta hombres armados. Para su mala fortuna, el mensaje fue interceptado por el enemigo y los refuerzos nunca llegaron El 27 de junio, procedente de San José Casas Viejas (hoy San José Iturbide), llegó Agustín de Iturbide a Querétaro, con un fuerte contingente militar, previamente había dado la orden de movilizar las tropas que se encontraban en la Hacienda de El Colorado. Para esa fecha, su ejército constaba de alrededor de diez mil elementos, según algunos autores. Al filo del mediodía, se dio la orden de ataque y las tropas trigarantes acuarteladas aquí, se unieron a otras para ingresar por La Alameda, llegando hasta La Academia en donde trabaron combate contra la guardia de Zaragoza, que en notable desventaja, se replegó hacia el Templo de la Santa Cruz, último reducto realista en la ciudad. Según algunos historiadores, a las cinco de la tarde del mismo día se izó la bandera blanca indicando la rendición de las tropas del rey, cesó el fuego y la población vitoreó a los triunfadores, lanzando vivas a los trigarantes y a Iturbide. Ese mismo día se acordaron las bases de la capitulación, designando a los representantes de ambos bandos: Froilán Bocinos y Gregorio Arana por los realistas y Anastacio Bustamante y Joaquín Parres por los trigarantes. La ciudad de Querétaro que durante más de 10 años mantuvo un contingente militar de aproximadamente doce mil soldados, considerada el máximo bastión realista de El Bajío y ciudad leal a la corona española, capituló a pesar de ello, el 28 de junio de 1821. Con este hecho, el movimiento de independencia se fortaleció, extendiéndose rápidamente hacia la capital de la Nueva España, en donde Iturbide consumó la independencia nacional el 27 de septiembre de 1821, a partir de entonces, nació México, un país libre, soberano e independiente. Transcurrieron once largos años desde que la conspiración iniciada en Querétaro diera pie al levantamiento insurgente que devino más tarde en la guerra de independencia. La Hacienda de Casa Blanca fue protagonista de un cruento combate durante el Sitio de Querétaro en 1867, además de ser testigo del arribo del ferrocarril en 1882; sus muros encierran historias épicas que transformaron a Querétaro y a nuestra nación. Hoy develamos esta placa, por los motivos antes señalados, para fortalecer la identidad de las generaciones de queretanos que nos sucedan, confiando en que sabrán conservar los monumentos que han hecho de esta ciudad: Patrimonio Cultural de la Humanidad.

Querétaro, a 23 de agosto de 2021.
Lic. Paulina Aguado Romero
Secretaria de Cultura del Estado de Querétaro